viernes, 11 de junio de 2010

Ya es la hora que ruede la redonda...















El fútbol empieza, la Jabulani comienza a Rodar y el Mundo a sus pies.  Justamente hoy un país y en un Mundial se junta juntando mensajes, símbolos y desafíos. Los ojos sobre un campo de juego , donde Los Bafana-Bafana enfrentarán a Mexico desde las 11 hs Argentinas.

Sudáfrica les abre sus brazos al planeta, no para exhibirse perfecta, porque no lo es, sino para demostrar que sigue en la senda que su profeta le marcó hace más de 15 años. "Vamos a utilizar el deporte para la construcción nacional y para promover todas las ideas que creemos que nos conducirán a la paz y la estabilidad del país", fue una de las proclamas de Nelson Mandela en 1994, cuando se abolió la aberración del apartheid, el punto de partida para una revolución racial más humana e igualitaria. La más importante del final del siglo XX.  
Hace cuatro años, Alemania puso a consideración la obra integradora que llevó adelante desde que en 1989 cayó el Muro de Berlín. Ahora Sudáfrica quiere aprovechar su turno para escenificar su reconciliación étnica, su fuerza como país unido detrás un objetivo, su vitalidad para ser dignos y cálidos anfitriones. La llama que Mandela encendió con el Mundial de rugby de 1995 sigue viva, ilumina a un país que aprendió a sentirse parte del planeta luego de haber vivido 46 años (entre 1948 y 1994) bajo un régimen de exclusión y barbarie. Como país, un emprendimiento más colosal que el de organizar una competencia deportiva, no todo está hecho en Sudáfrica. Ni el fútbol, desde hoy y hasta el 11 de julio, servirá para aprobar todas las materias pendientes, pero sí será una vidriera por la que todo sudafricano quiere pasear su orgullo nacional sin divisiones ni sectarismos.  
A las 11 de hoy de la Argentina, a un jugador de los Bafana Bafana o a un mexicano le tocará poner en marcha el carrusel de 64 partidos que a lo largo de un mes se distribuirán en diez estadios de nueve ciudades. Johannesburgo es la única que prestará dos moles de cemento. Una es el Ellis Park, el templo rugbístico en el que Mandela le entregó al springbok Francois Pienaar la Copa William Webb Ellis en 1995. La otra, el Soccer City, punto de salida y de llegada del Mundial. Un estadio y un lugar con significados históricos. Antes de que fuera remodelado para albergar hasta 97.000 personas, con un diseño exterior que se asimila tanto a un plato volador como a una calabaza, Mandela dio allí su primer discurso multitudinario cuando fue liberado tras más de 27 años de prisión.  
La expectativa por el comienzo del Mundial es tanta como por saber si Mandela estará hoy en la fiesta inaugural. Desde la FIFA se anuncia su presencia, pero desde el entorno del ex presidente mantienen la incertidumbre. Cerca de cumplir 92 años, Mandela restringe al máximo sus apariciones públicas por razones de salud, ya que está muy débil. La última fue en febrero. Asistirán 20 jefes de Estado, pero a nadie se espera tanto como a Madiba, el cariñoso apelativo que recibe el líder. Rich Mkhondo, vocero del Comité Organizador, informó que Mandela decidirá esta mañana si concurre o no, "en función de cómo se encuentre". Lo que sí está confirmado es que no recibirá visitas ni concederá entrevistas durante el Mundial.  
El rebautizado First Nacional Bank, donde juega el equipo Orlando Pirates, fue construido en 1987 y está enclavado en Soweto, la zona que alberga al 40 por ciento de la población de Johannesburgo. Hacia allí fueron empujados los negros en la época del apartheid y ahí empezó a surgir la resistencia contra la opresión blanca. El color de la piel ya no los separa ni establece escalafones sociales. Todos coinciden en vaciar el aire de los pulmones en las vuvuzelas, como una ininterrumpida sirena de fondo.  
Si la presencia de Mandela es un misterio, la fiesta inaugural es el otro secreto. "Será grandiosa", fue lo único que adelantó Derek Carstens, jefe de marketing del Comité Organizador. Alrededor de 1500 gimnastas y bailarinas ofrecerán un espectáculo cultural representativo no sólo de Sudáfrica, sino de todo el continente. Habrá un homenaje a Simphiwe Ntshebe, el tenor de 34 años que iba a interpretar el himno nacional y falleció hace pocas semanas. Flameará la bandera multicolor, la que creó una nueva identificación y sentido de pertenencia.  
A 15 años de la transformación que instrumentó Mandela a partir del Mundial de rugby (un equipo, una nación), Sudáfrica encuentra en el fútbol otra herramienta para seguir haciéndose cargo de su destino.  
  • El himno local, un símbolo de la liberación
    Archivado el Die Stem (la llamada), el himno nacional que alababa la conquista blanca, miles de gargantas cantarán con unción el Nkosi Sikelele, el himno oficial de la liberación negra, escrito en lengua Xhosa, el dialecto que habla Mandela. Parte de la letra de la canción dice: "Dios bendiga a Africa oye nuestros ruegos/ Dios, te pedimos que protejas a nuestra nación/Intervén y pon fin a todos los conflictos".

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